Playa de Portizuelo
En el occidente de Asturias, en el concejo de Valdés (pueblo de Villar y muy cerca de Luarca), y dentro del Paisaje Protegido de la Costa Occidental, encontramos la playa de Portizuelo, curiosa playa formada por cantos rodados, con espectaculares formaciones rocosas que han atraido a numerosos pintores, y también, a un Premio Nobel de Medicina como Severo Ochoa, ya que era uno de sus paseos favoritos. Es una playa conocida también como la playa de las maruyas, nombre con el que se conocia a las mujeres de la zona que se bañaban vestidas.
Su formación rocosa más destacada y conocida es la llamada «piedra al oleo», para verla tenemos que introducirnos en la playa hacia su parte oeste, podremos pasar si la marea no es muy alta y disfrutar de un fantástico escenario con multitud de piedras que enriquecen el primer plano y la nombrada «piedra al oleo» al fondo como se puede ver en la siguiente fotografía, procesada jugando con su nombre histórico, para que el conjunto se asemeje a un oleo:
…Y de una parte las aguas
No solo de esta roca vive la playa, la verdad que toda la zona tiene su encanto, se puede decir que estamos bastante apartados de ruidos y demás males urbanos y nos encontramos a merced solamente de la naturaleza.
Hacía la parte este también se obtienen buenas imágenes, sobre todo de la formación rocosa que «separa» la playa en dos (pasamos por ella para ver la parte de la roca al oleo), dichas rocas iluminadas por el sol empezando a realizar su recorrido diario ofrecen una visión muy agradable y relajante, me encantan las texturas y los colores de las rocas del primer plano.
La alquimia de Portizuelo
Datos Técnicos
Los restos del Naufragio
Datos Técnicos
Texturas
Os dejo con un poema de Luis de Góngora:
Sobre unas altas rocas
Sobre unas altas rocas,
Ejemplo de firmeza
Que encuentra noche y día
El mar, estando quedas,
Aquel pescadorcillo,
A quien su ninfa bella
Dejó el año pasado,
La red sobre la arena,
¡Oh, cómo se lamenta!
De una parte las aguas,
De otra parte las fieras,
Y de entrambas el viento
Le escuchan y se enfrenan;
Que a todas ellas hacen
Igual sabrosa fuerza,
Lo dulce de la voz,
La razón de las quejas.
¡Oh, cómo se lamenta!
«¿Hasta cuándo, enemiga,
Competirá en dureza
Tu duro corazón
Con las más duras piedras?
¿Hasta cuándo harás
Al son de mis querellas
Lo que al latido hace,
De los canes, la cierva?»
¡Oh, cómo se lamenta!
«Hoy hace, ingrata, un año
Que huyendo ligera,
No te conoce el suelo,
Y atrás el aire dejas;
Hoy hace un año, ingrata,
Que el mar, como por pena
De que tú no las pisas,
Azota estas riberas».
¡Oh, cómo se lamenta!
«Tu vuelo en todo el mundo,
Por olas o por tierra,
Lo más ligero alcanza,
Lo más libre sujeta.
Si aquesta se te escapa,
Di, Amor: ¿qué te aprovechan
Los vuelos de tus alas,
Las puntas de tus flechas?»
¡Oh, cómo se lamenta!
Sobre unas altas rocas
Luis de Góngora