Robot inmortal Heráclito Andrín Venús Andrín
Afirmo que no se puede decir “fui dos veces a la misma playa” ya que la playa de ayer será siempre diferente a la playa de mañana por muchos factores: la acción del hombre, elementos climáticos, la acción del oleaje, nuestro estado de ánimo… La playa es una formación geomórfica dinámica y cambiante. Lo mismo ocurre con el amanecer, el ángulo que forma el sol con el norte, el clima que no siempre es el mismo, la época, nuestra percepción… Si sumamos playa con amanecer la ecuación se complica, nunca la misma playa, nunca un mismo amanecer, nunca las mismas variables que los rodean. Por supuesto, falta por añadir la variable más importante: nuestra mente, capaz de transformar el momento más descolorido en una explosión de colores y sentimientos. No hago más que dar la razón a Heráclito cuando iba a cruzar el río.
Si introducimos una conciencia humana en un robot eterno, ¿cómo interpretará este el amanecer número 2.288.312.110 en el mismo lugar?, ¿tendrá sitio en su mente para guardar todos los recuerdos?, ¿será eterno en cuanto a duración o también en cuento a capacidad de memoria?; más cercano a nuestro tiempo, ¿cuántos momentos que parecen iguales, pero que no lo son, tiene capacidad un ser humano de distinguir?, ¿hasta que punto llega la mente a distinguir todos los puntos cambiantes de un día a otro, siendo estos, a veces, ínfimos?
A primera hora de la mañana, voy a disfrutar de un amanecer de la costa verde, en este caso, en la playa de Andrín. Antes del inicio del crepúsculo astronómico las calles están en paz y armonía, luciendo preciosas bajo la luz de la luna, que regala destellos de su elegancia antes de desaparecer por el horizonte. La Sierra del Cuera comienza a desperezarse cuando los crepúsculos avanzan, queriendo mostrar sus primeros colores cálidos. En los bosques cercanos al camino que da a la playa, unos pocos corzos se alimentan antes que el ser humano los moleste. El cantábrico se ruboriza cuando los primeros barcos de pesca se pasean sobre su cuerpo dejando estelas de luz al final de la noche, de oeste a este. El sol que está a punto de salir, va marcando su camino debajo del horizonte, también de oeste a este, pintando las nubes que pasan sobre él de un color anaranjado. La arena de la playa está fría, pero es agradable; las olas rugen mientras baja la marea; el castro y su magnitud se imponen a unos metros de la costa; las pequeñas piedras que brotan de los acantilados calizos, a las que baña la mar, quieren destacar frente a su hermano mayor y juegan con el agua, buscando otro tipo de espectáculo. ¿Cómo va a poder repetirse una escena así?
Robot inmortal, amanecer en la playa de Andrín, año 80.174, carta escrita a los viajeros en el tiempo que vuelven del pasado: “he vivido miles de amaneceres distintos, en distintas playas, en distintas partes de la tierra y de otros planetas, no todos los mares son de agua, no tenéis capacidad suficiente para entenderlo… Llevo días procesando los bellos momentos que ofrece la costa verde, la cual se mantiene casi inalterable al paso del tiempo, como si alguna entidad invisible se hubiera encargado de guardar su esencia y estructura. Hace más de 6.000 años estuve aquí, y no parece que haya cambiado nada… luego amanece, sale el sol por el este y parece que estoy en Venús, miro a la playa donde se crean esos colores, donde las olas me recuerdan los océanos de diamante líquido de Urano, la arena se transforma… no parece el mismo lugar, ni lo parecerá mañana cuando vuelva a salir el sol. A vosotros, viajeros en el tiempo, os remito al enigma de la naturaleza, si encontráis en un solo día una repetición del anterior quiero que desaparezcáis; incluso aquellos que habéis vivido en la época del sol congelado, desapareced; si hayáis el día de la rotura del tiempo y el espacio, desapareced. Esos días, serían los de mi muerte ya que hoy me puedo considerar humano.”.
Solo la naturaleza es capaz de hacer sentir a un robot, el nuevo test de Turing es un test a la inversa, podríamos llamarlo el test de Heráclito. Consiste en someter a un humano a una serie de momentos especiales, comprobando su reacción: el sol sin fuerza cayendo sobre la mar; nubes danzando sobre los acantilados; una marea de coeficientes altos atacando las formas de la arena de una playa; cortinas de agua heladas provocando colores imposibles en el cielo… de esta forma, quien no sienta nada, será considerado como Robot, y en un futuro próximo, será la única forma que tendremos de diferenciarnos unos de otros.