Castro de las Gaviotas

Castro de las Gaviotas – «El despertar de Néfele»

El poder de la diosa de las nubes, la cual me he vuelto a encontrar en un amanecer, es un poder desconocido y no muy temido por los mortales, lo cual representa un gran error de proporciones aun desconocidas…

Considero el poder de Néfele, diosa de las nubes, una maravilla muy a tener en cuenta, ese poder de transformar el cielo a tu antojo, con pinceladas teñidas de azul que colocan las nubes en disposiciones extraordinarias… Infinitas serán las veces que los hombres clamen por tu don, aunque no se den cuenta. Por otro lado y al igual que otros puntos mágicos de la costa llanisca, el Castro de las Gaviotas ejerce un poder de atracción sobre lo que le rodea que se asemeja a poderes divinos.

Un amanecer de otoño, me desplacé bien temprano hasta la playa de la Huelga, mientras el sol trazaba su orbita bajo nuestros pies y comenzaba poco a poco a teñir a las nubes de un naranja, esta vez no muy intenso, ya que la diosa Néfele había madrugado mucho, y cubría casi toda la poética vista que acompaña al Castro y a la playa. A medida que Néfele iba obviando los colores que ella consideraba oportunos, el Castro de las Gaviotas dejaba ver su imponente figura de forma cada vez más notoria. Minutos después que las gaviotas habitantes de la roca, se despertaran y empezaran a volar hacia otras zonas, nerviosas ya que la oscuridad volvía a dejar paso a la luz, empecé a vivir otro de esos momentos en los que no se si sueño o si estoy despierto. Mientras Néfele moldeaba las nubes y las coloreaba de un azul más intenso que el agua, el Castro parecía querer atraerlas todas hacia si, bien brindándome la oportunidad de conseguir una buena vista por mi lealtad inquebrantable hacia esta zona, o bien porque esa mañana le apetecia jugar con la bella Néfele. Todos los demás elementos que componían el paisaje, incluidos los humanos, nos quedamos contemplando un buen rato esta lucha entre la naturaleza y los poderes divinos que os traigo aquí para que podáis disfrutarla.