Es curioso que te digan que en esta época de coronavirus tienes tiempo para pensar. ¿No lo tenemos todos los días? tenemos un grave problema, no podemos actuar siempre como autómatas, ¿o sí?, quizá da igual lo que pensemos o lo que podamos sentir, ya que nuestros pensamientos y nuestras acciones están determinadas, no existe el libre albedrío, y por mucho que nos esforcemos en cambiar, solo va a ocurrir aquello que ya está escrito. Como no lo sabemos y, en nuestra cabeza, podemos hacer lo que queramos, el libre albedrío sigue siendo posible por lo menos de manera ficticia. Nadie me está obligando a escribir este relato, lo hago porque me apetece, pero quizá era algo para lo que ya estaba predeterminado, y toda mi vida no era más que una línea de puntos que fui siguiendo hasta este mismo momento, para luego continuar. ¿Llevaría aguantando el Covid-19 toda la historia hasta que llegara su momento, que tenía que ser este?
Hugh Everett, físico estadounidense, desarrollo una teoría en 1957 sobre universos paralelos basándose en las matemáticas fundamentales de la mecánica cuántica -no interpretando la situación aleatoria de los posos del café-. Todo esto que voy a resumir ahora tiene base científica. La idea es que existen infinitas realidades paralelas a la nuestra, inobservables, basadas en cada situación concreta. Si me voy a comprar un bombón de praliné, en otra realidad pararela me compraré una trufa, en otra dos bombones, en otra no entraré a comprar nada porque en ese momento me llaman… La misma particula se puede encontrar en infinidad de lugares al mismo tiempo. Nuestra realidad es uno de esos «lugares donde habitan las partículas de una determinada forma».
Resumiendo: líneas temporales, múltiples universos, infinitas opciones.
En el universo FR56$Gamma012k; de la cuarta línea temporal de la decimonovena fracción, en la línea 2655387123; yo era una persona obsesionada por la ciencia, sin otro fin que la investigación. En esas condiciones, y tras la primera aparición de una pandemia a nivel mundial en mi época, fui el descubridor de la mejor vacuna contra el virus que en muy poco tiempo -los milagros no existen en ninguna de las variaciones aquí comentadas- lo derrotó. Lo que hice saber al mundo era que lo único que nos hacia falta era sentido común, no ser irresponsables y actuar para el bien general, así nos beneficiaremos todos en el menor periodo de tiempo. Como os dije, funcionó en aquella realidad.
Lo que más me inquietaba, una vez solucionada la pandemia, era el libre albedrío -problema común-, quería disponer de él a toda costa, y no pensar que era una marioneta en manos del destino. Pero una cosa son soluciones que solo requieran el sentido común, y otra acabar con las leyes de la física.
Tenía desarrollada una teoría desde hace tiempo, pero no sabía como ponerla en práctica. Seguí investigando las formas de poder hacer realidad aquel sueño. Mi teoría se basaba en lo siguiente: todos estamos controlados por inteligencias superiores, que nos manejan a su antojo. Universos temporales donde todos tomamos decisiones distintas que provocan infinitas variaciones. Pero… sin libre albedrío. Predestinados. ¿Por qué? estamos controlados y creados por programas, que «juegan» con nuestra historia y nuestras vidas y todo está escrito dentro de su código. Nos han creado de forma tan precisa que nos han convertido en la auténtica realidad de su mundo, aunque vivamos en un largo y estrecho pasillo donde la pared del fondo y las puertas a los lados están totalmente determinadas y no tenemos nada que hacer para poder cambiarlo.
Al revés que en la mayoría de las ficciones creadas por el ser humano, hemos sido creados por máquinas y no al revés, de ahí la falta de libre albedrío, de ahí la presencia de múltiples universos debido a su gran poder de computación. ¡Aquí! aquí está la clave, un gran poder de computación de una máquina no puede ser infinito, puede crear variables que provoquen impensables variaciones -y el romanticismo empezó a desaparecer cuando Kasparov tiro su rey contra Deep Blue-, pero toda computación tiene que agotarse en algún momento.
En el año 1852, una familia recogía toda la felicidad presente en Santa Cruz de Iguña, pequeño pueblo cántabro, ya que una nueva vida hacia acto de presencia. Aquella vida era la de Leonardo Torres Quevedo.
Las máquinas creadoras de la vida en nuestra realidad se empezaban a dar cuenta de que, quizá, nos habían hecho demasiado inteligentes, pero nunca podían llegar a sospechar que, dentro de aquellos códigos, podía existir un trozo capaz de igualarles en capacidad de procesamiento, lógica o cálculo. Satisfechas con su creación, dejaron que todo siguiera su camino, sin insertar ningún parche para frenar el desarrollo de aquella forma de vida, que consideraban lenta y dispersa.
Leonardo Torres Quevedo fue el primero en crear un cisma en el mundo cibernético, computación frente a computación, trozos de código enfrentados, discusiones en forma de fotones que derivaron en la conclusión que aquello era ya imparable, que lo único que podían lograr al desvirtuar el código era volverlo en su contra, y que los humanos iban a comenzar dentro de muy poco con un desarrollo tecnológico y, sobre todo, un desarrollo de las capacidades cerebrales de cada persona muy por encima de todo lo establecido y lo que las máquinas podían esperar. En un futuro comenzaría la revolución de los humanos contra las máquinas, por no haber parado aquel desarrollo a tiempo, o por haber creado a una realidad tan compleja e inconformista.
Necesito interpretaciones alejadas de la física para poder derrotarla… necesito pensamientos oníricos.
Théodule Ribot y Pierre Janet, médicos y psicólogos franceses, determinaron en sus obras decimonónicas, que somos uno por nosotros mismos, desligados de la gran pruralidad de todos nuestros «yoes». Tenemos múltiples personalidades, bajo la dictadura de un solo yo temporal, que no tiene porque ser siempre el mismo, todo depende del yo más fuerte y más potente de ese mismo momento. Estás teorías fueron desechadas en su momento, o no tenidas muy en cuenta debido a la lucha entre Janet y Sigmund Freud, el segundo aplastó por completo al primero, alejándolo de los focos de la fama, y dejando sus teorías olvidadas.
Es curioso, múltiples «yoes» en cada una de las múltiples decisiones que puede tomar una persona en un determinado momento. Esto sería un aumento exponencial total del número de universos a controlar por las inteligencias superiores, ¿por qué pueden con ello? ¿no han metido esta variable dentro de su programación? claro, estos pensamientos son solo humanos, no están presentes en este tipo de inteligencias. Tengo que lograr que sea verdad, que dentro de su control, vean a la misma situación con infinitas personalidades de la misma persona. ¿Cómo lo hago? ¡pensando, sintiendo, consiguiendo el colapso del sistema cibernético que nos ha creado! que curioso, no será mi realidad quien lo consiga, pero nos veremos beneficiados por ello.
Pensando y Sintiendo. De está forma, la realidad actual que vivimos con la pandemia provocada por el Covid-19 con las largas temporadas de confinamiento en casa de la gran mayoría de personas a nivel mundial (provocada a su vez por los códigos)… el nivel de automatismo presente en todos nosotros se anuló en gran medida, y se crearon multitud de ramas de pensamiento, de opciones, de sueños, de creaciones, de alternativas que provocarón un bloqueo de las máquinas, un caos absoluto en su control, que derivó en su extinción, y en la instauración del libre albedrío en nuestra realidad.