Henry Lee y Puertu Chicu
Parece mentira que seas de Llanes y que te bañes en el Sablón, si te bañaras en Puertu Chicu serías llaniscu de corazón.
Parece mentira que seas de Llanes y saques fotos en el Sablón, si sacaras fotos a Puertu Chicu serías llaniscu de corazón.
Me considero llanisco en todos los sentidos, pero mi aparición por Puertu Chicu para robar a la playa parte de su realidad* y guardarla en mis discos duros físicos y virtuales, se dilató bastante en el tiempo. Quizá, de forma inconsciente había retrasado lo más posible este momento para no hacer caso a cantares y dichos populares, para alejarme de creencias imbuidas en el subconsciente colectivo o, simplemente, porque tenía miedo de la exigencia que me iba a plantear el lugar.
* En cada fotografía realizada robamos parte de la esencia al objeto que fotografiamos, debido a que lo sacamos, transformamos y modelamos a nuestro antojo sin siquiera tener la delicadeza de preguntar. Solo nos basamos en nuestras sensaciones.
Aquí entran deliberaciones de todos los tipos, disquisiciones, diatribas… sobre todo diatribas sobre la pureza de los sitios, de los paisajes. Y es qué, en días estivales con mucha presencia de gente y mucha ausencia de conocimiento y educación, los lugares emblemáticos y no tan conocidos de los pueblos con encanto y de la más moderna de las ciudades, sufren un deterioro cada vez más acentuado. Se puede ensuciar la tierra con papeles y el aire con gritos sin falta de pretenderlo, ya que ese comportamiento está totalmente interiorizado en la postmoderna cultura del disfrute y del pasarlo bien. ¿Cambio climático? Por supuesto. ¿Cambio general a peor? Por supuesto. Por supuesto. Por supuesto.
Sabiendo esto… ¿por qué mi posible miedo? ¿por qué mi posible ausencia?¿por qué mi posible huida? Se imponía una corrección: el hecho.
“El mar es el vehículo de una existencia prodigiosa y sobrenatural. Es movimiento y amor es el infinito hecho vida.” Julio Verne.
Get down, get down, little Henry Lee… dice una canción de Nick Cave, donde una chica pide a Henry Lee que la acompañe durante toda la noche, pero el corazón de Henry Lee ya tiene una chica que le espera y le acompaña, así que no va a bajar, y así se lo dice. Ella se arrima en busca de algún beso, con una navaja bien escondida y ocurre la tragedia. Miedo.
Más curioso aún que esta canción la canten entre Nick Cave y PJ Harvey, con una relación pasional entre ellos que acaba en tragedia en la canción y en desamor en la vida real. Ausencia.
Así me sentía yo al pasar por delante de Puertu Chicu, escuchaba cánticos de la playa que me llamaban hacia la arena, hacia un lugar donde contemplar sus mareas y sus amaneceres, pero yo ya tenía el corazón y la cabeza ocupados con otros idílicos lugares, y así se lo hacía saber al llanisco lugar por excelencia. No quería que mi fotografía muriera allí, no quería sufrir un desamor, no quería… Huida.
Miedo, Ausencia, Huida… presentes las tres impurezas en mí, alterando mis cualidades temporalmente, así como el verano altera a las playas de la zona, sustancias extrañas en cuerpos tranquilos… pero ¿y el hecho?
El hecho es que algo me empujaba a buscar a PJ Harvey… aún sabiendo que aquel relato no iba a terminar bien.
Me arme de valor para ir a perpetuar en mi imaginario a Puertu Chicu. Espere a que me acompañara el cielo -no voy a añadir extras a esta frase- y me lancé a la playa, en aquel momento habitada por unos pocos y valientes surfistas, ya que el oleaje era considerable, pero eso van buscando, así que habría que quitar lo de valientes y dejar surfistas. Además, ¿yo sería un valiente fotógrafo? No me iba a meter al agua pero si iba a intentar obtener una buena imagen de un lugar eterno y complicado, mítico y escurridizo, grande y pequeño, de un lugar llanisco por excelencia, si, o no… No lo era, lo soy. Un valiente fotógrafo a por una foto diferente.
No se que problemas tendrían Nick y Polly Jean pero conozco los desencuentros que teníamos Puertu Chicu y yo: el encuadre es complicado, las mareas dejan poco a la imaginación, y mi personal estilo requiere que no se muestren según que cosas en las imágenes. De cualquier forma, aquel día me sentía afortunado.
Yo frente a la mar, presuntuoso. La mar frente a mí, el paisaje, el tiempo dejando atrás la decadencia de las impurezas estivales, el vacío inocente, el sol derrotado, las nubes de Chanel, el olor incomparable de la brisa infinita, la mar… la indecisa mar, la indecisión de la mar guarda mis secretos.
Me gusta considerarme la brújula de las mareas. Dejar que estas me absorban, con una fuerza controlada y prudente, dejar que rocen todos mis puntos cardinales, mientras controlo el sur para tener un norte perfecto, con la ayuda del empuje del este y el oeste.
Así, y solo así, es mi forma de empezar a trabajar.
Sé que cada lugar de la costa tiene sus incógnitas, y muy pocos confidentes, en relación con la fuerza de la mar y las formas de esta de incidir sobre los elementos costeros. Se requieren años de experiencia, años de visionado, y, por supuesto, años de relación con la costa que te regalan un saber inexplicable sobre todo lo que nos ocupa.
Así, y solo así, se obtiene su confianza, y, al final, el conocimiento.
Ahora es fácil, elegir un punto de forma inconsciente, esperar un momento de manera espontánea, perfeccionarlo todo una vez de vuelta a mi cuerpo.
Así, y solo así, la foto está hecha.
Sea por el motivo que sea… llámalo destino, llámalo suerte, llámalo karma, tengo lo que busco. El miedo, la ausencia, la huida… se marcharon con la marea aquel amanecer, para no volver. Y es que al final, solo había que estar allí para entenderlo. No era fácil, tampoco tenía una complicación cuántica… Pero por fin está, ahora todo fluye, y fluirá. Y tú, siempre estarás presente.
“Él siempre pensaba en el mar como la mar, que es como le dice la gente que la quiere.” Ernest Hemingway.
Epílogo:
La Muyerina, al terminar me quedé un rato charlando con ella, más bien fue un monólogo mío sobre la pureza y las formas de mantenerla, sobre el amor y sobre el miedo, sobre la ausencia y sobre la huida. Aunque en ningún momento me miró, creo que me estaba entendiendo, y lo más importante, me estaba dando la razón. Alguien que conoce lo que ocurre en el horizonte, es lo más parecido a una inteligencia global sin fisuras. Desahogado, me fui a realizar mi visita obligada al barómetro de la Tijerina, todo estaba en orden. Al menos dentro de mí. La barra, la rula, el puerto, en aquel momento recorrí mentalmente todas las imágenes de aquellos lugares desde 1978, puras, concisas, elegantes, inspiradoras… Era hora de volver a casa.
Poema – «Ausencia»:
Tú, que en el crepúsculo, ves salir a los barcos
Pero no sabes dónde van
Tú, que a la luz del día, los ves regresar
Pero no sabes de qué vienen cargados
Quiza vienen llenos de desilusiones
-¿Acaso importa? el mañana está más cerca,
-y el ciclo es infinito.
Tú, que eres ajena a la vida llanisca
aún durmiendo en su centro
Tú, que nos ves pasear por tu regazo
sin saber de nuestras penas o alegrías
Qué piensas de nosotros
-¿Acaso importa? vosotros me buscáis,
-y no veo ruptura en la rutina.
Solo una cosa me perturba,
y es que al pasar a tu lado,
aún siendo inerte…
no hay día que no te escuche,
no hay día que no sienta
que me conoces.
-¿Acaso importa que os ame?