Península de Borizu
Hace unos días pensé que sería buena idea ir a la Península de Borizu a inmortalizar un amanecer, así que me levanté temprano, muy temprano… y me planté en la entrada de la Península antes del crepúsculo astronómico, me recibió la mar confusa y enfadada y los ojos brillantes de un par de gatos que se asustaron al ver a alguien rondar por sus dominios tan pronto. Entre el ruido de la mar enfurecida, los ojos estrella de mis amigos los gatos y el sonido del viento entre los árboles, parecia que estaba en el perfecto escenario de una película de miedo. Tenía clara mi idea de la foto, así que rápidamente me plante en el lugar deseado y preparé la cámara para las primeras fotos crepusculares. Soy un gran fan de Enrique Bunbury, el cual en uno de sus mejores discos como es «El Viaje a Ninguna Parte», tiene una canción de nombre «Los Restos del Naufragio» en la que dice: nos queda Leonard Cohen, Tom Waits y Nick Cave… Jaime, Santiago, el Loco y Andrés (continúa)… Nos habla de los referentes a nivel músical que nos quedan, los tres primeros nombres están claros mientras que en los demás tenemos a Jaime Urrutia, el Loco que es Loquillo y Andrés que es el gran Calamaro; por Santiago igual existen más confusiones, pero se trata de Santiago Auseron, Juan Perro, y al sacar la foto y ver el resultado me vino a la mente una de sus canciones «Señora del Mar» y su ánima inquieta y crepuscular que da nombre a mi fotografía, espero que me lo permitas. Por cierto, Bunbury también habla de Julieta Venegas como otro de los referentes. Y es qué, el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan, otro de los referentes en la carrera musical de Bunbury, en mi opinión, está perfectamente justificado. Aunque Mario Vargas Llosa diga lo contrario, se pueden escribir textos extraordinarios sin ser «escritor», faltaría… Está canción es un ejemplo, junto, como no, a todas y cada una de las letras de Bunbury (aquí entra el juego el fenómeno fan, lo estáis comprobando, pero realmente tiene letras desconocidas para la mayor parte de la gente que son obras de arte). *** En la imagen podemos ver el azul presente en estas horas del día, cuando el sol todavía no hizo acto de presencia, pero si anuncia su llegada con los tonos anaranjados del horizonte. Las nubes repartidas por el cielo de forma difuminada con algunos toques rojizos, la sierra del Cuera teñida de azul, y el magnífico escenario que nos brinda la península de Borizu, creo que junto a las ramas del primer plano consiguen una curiosa foto.
Mí ánima inquieta y crepuscular
Datos Técnicos
La Guerra de los Mundos
El tiempo avanza de forma inexorable y nos adentramos en la hora dorada, el sol aparece, el paisaje comienza a pintarse y en el horizonte parece producirse una guerra entre los dos lados del cielo, una guerra entre la mar y la montaña, una guerra entre el zafiro y el oro, una guerra entre dos mundos de la que soy espectador, no me queda más que quedarme disfrutando, encuadrando y disparando para guardar esta maravillosa y pacífica lucha en mi archivo, que se resolvió como deberían resolverse todos los conflictos: con las dos partes unidas, regalando cada una su mejor parte a la otra y enterrando sus diferencias.
Datos Técnicos
Canción: «Señora del Mar, en directo desde el Círculo de Bellas Artes»
*** Y que decir de Leonard Cohen, fallecido en noviembre de 2016, cantautor y poeta… al escuchar muchas de sus canciones siento que mientras las escribía, tenía la intención de transportarnos al mundo que deseaba en ese momento, su mundo, el que quería que vivieramos mientras escuchamos su letra, y lo consigue por completo. Llevó escuchándole mucho tiempo y cada año que pasa parece que intensifica su poder musical dentro de mi. Premio Principe de Asturias de las Letras en 2011, buen reconocimiento pero creo que insuficiente. So Long Marianne, Suzanne, Everybody Knows, Coming Back to You… Seguiría una hora entera pero me quedo con su relación con Lorca y su Take This Waltz. ¿Cómo es posible mejorar esto?
Pequeño Vals Vienés
En Viena hay diez muchachas, un hombro donde solloza la muerte y un bosque de palomas disecadas. Hay un fragmento de la mañana en el museo de la escarcha. Hay un salón con mil ventanas. ¡Ay, ay, ay, ay! Toma este vals con la boca cerrada. Este vals, este vals, este vals, de sí, de muerte y de coñac que moja su cola en el mar. Te quiero, te quiero, te quiero, con la butaca y el libro muerto, por el melancólico pasillo, en el oscuro desván del lirio, en nuestra cama de la luna y en la danza que sueña la tortuga. ¡Ay, ay, ay, ay! Toma este vals de quebrada cintura. En Viena hay cuatro espejos donde juegan tu boca y los ecos. Hay una muerte para piano que pinta de azul a los muchachos. Hay mendigos por los tejados. Hay frescas guirnaldas de llanto. ¡Ay, ay, ay, ay! Toma este vals que se muere en mis brazos. Porque te quiero, te quiero, amor mío, en el desván donde juegan los niños, soñando viejas luces de Hungría por los rumores de la tarde tibia, viendo ovejas y lirios de nieve por el silencio oscuro de tu frente. ¡Ay, ay, ay, ay! Toma este vals del «Te quiero siempre». En Viena bailaré contigo con un disfraz que tenga cabeza de río. ¡Mira qué orilla tengo de jacintos! Dejaré mi boca entre tus piernas, mi alma en fotografías y azucenas, y en las ondas oscuras de tu andar quiero, amor mío, amor mío, dejar, violín y sepulcro, las cintas del vals.
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